Cuando compramos una vivienda tenemos que tener en cuenta muchos aspectos y rara es la vez en la que todo cuadra a la perfección. La casa perfecta no existe y siempre tenemos que renunciar a algo. A medida van pasando los años, vamos dándonos cuenta de aquellos a lo que renunciamos y qué cosas hubieran sido más necesarias que otras. Es el caso, por ejemplo, de los ascensores. Cuando nos decantamos por un dúplex o una casa de dos plantas, no tenemos en cuenta que cuando pasen los años y vayamos haciéndonos mayores, perdemos movilidad y las escaleras se convierten